sábado, 7 de abril de 2012

| Capítulo cuatro. |

—Pues no sé de qué me habláis—dije. Todos me miraron sorprendidos. Y no lo decía de broma, no tenía ni idea de lo que estaban hablando. En dos años, Wolf ha hecho muchas cosas. Tanto buenas como malas. Al igual que yo. Así que, si no concretaban, de poco me iba a enterar. Y por lo que parecía, a mí este tema, me interesaba bastante.
—Anoche Wolf fue a una de las peleas de Rev.—contestó finalmente Al. Le miré con los ojos abiertos. Ahora sí que lo entendía. Hace un año, aproximadamente, como ya os dije, Wolf y Rev se pelearon aquí, en el parque por mí. No se quedaron tranquilos, así que ese mismo día por la noche, Wolf se presentó en el bar que suele frecuentar Rev, para una de sus peleas. Os explico, que creo que no estáis muy metidos en este tema. Rev organiza peleas. Es decir, ¿como las peleas de gallos, donde la gente apuesta? Pues igual, pero con personas. Allí sólo van retrasados que quieren que le partan los dientes. Y Wolf, parece ser que quería exactamente eso. Pero tras derribar a todos los imbéciles que Rev le mandó, para que lo cansaran, finalmente entró él mismo en acción. Claramente, dejó a Wolf comiendo suelo, y una vez más, Rev me arruinó la vida. Esa vez, sí recuerdo que sangrando, con la ceja rota y la nariz, por el mismo camino, vino a mi casa a que lo curara. 
—Skat, yo no quería hacerlo—dijo. Le miré mientras le ponía agua oxigenada en la herida de la mejilla.—Pero las cosas no podían quedar tal y como quedaron en el parque.—le apreté demasiado, debido a la rabia que se estaba apoderando de mí, y se quejó.
—¿Que no podía quedarse así?—pregunté. Me levanté del suelo y fui al botiquín que tenía colocado en la mesita de noche. Cogí un paquete de tiritas y me acerqué de nuevo a él.—¿Acaso querías que te matara? ¿Él o yo? Eres idiota.—le puse las tiritas tan fuerte, que no hacía más que quejarse.—Y si te duele te jodes.
—No soy idiota, simplemente quería...—le interrumpí.
—Sí, querías que te dejara en ridículo delante de sus amigos.—dije terminando de poner la última tirita.—La ceja, tendrás que ir al hospital. Yo no puedo hacer nada. Y la nariz tres cuartas de lo mismo. Ala, ya te puedes largar.—me levanté y giré, dirección el botiquín. Pero me cogió de la camiseta y me echó hacia atrás, sentándome en su regazo. 
—Perdóname, en serio. Si lo sé no te lo cuento—susurró agarrándome de la cintura. Miré a mis rodillas, no llevaba pantalones, nada más que una camiseta de él, que parecía un vestido. Me coloqué el pelo y le miré.—Estoy bien, ¿ves? No me ha pasado nada.
—Nada grave, querrás decir—dije. Volví a posar la vista sobre mis rodillas, y finalmente le abracé. Él también me abrazó. Apoyé mi cara en su hombro, dirigiendo la vista a su nuca. Los dedos de mi mano izquierda jugaban con su pelo, y noté que él me estaba acariciando la espalda.—No quiero que te pase nada, Louis.
—Y yo no quiero que él te haga daño, Lydia.—contestó.—Te prometo que no volveré a ir. ¿Vale?—sonreí apoyada en su hombro. Me dio un pequeño mordisco en el cuello que me hizo reír. Me di cuenta de que mi madre estaba durmiendo aún, y me tapé la boca. Le pegué en el hombro y se levantó de la cama.—Buenas noches mongola.—me dio un beso en la frente. Se giró y abrió la ventana.
—Buenas noches cenutrio.—sonreí y salió de mi habitación. 
Esta vez, en vez de contármelo, se lo había contado a todos menos a mí. Se había hecho la gracia, vamos. En cuanto terminara de hablar con todos, pensaba acercarme a decirle cuatro cosas. Estaba harta de que rompiera promesas como esa. Me levanté cuando por fin parecía que habían terminado de contar cosas que ni me iban, ni me venían, cuando Ed me hizo frenar.
—Eh, ¿quiénes son esos?—dijo. Me giré y lo vi. "No me jodas" pensé. Pantalones negros, camisa blanca. Dos tíos más que no conocía, y dos tías más que, tampoco conocía. "¿Qué mierda hace aquí Ricitos?", me dije a mí misma. Xerxes hizo ademán de levantarse, pero le hice un gesto con la cabeza, asintió y la que se levantó fui yo. Busqué a Wolf con la mirada y estaba en la otra punta del parque, tumbado, con la cabeza apoyada en el skate. Sacudí la cabeza, pensando en todo lo de Rev, y la pelea... pero al girarme, tenía a Ricitos justo detrás.
—¡Skat!—dijo alegremente. Ya estaba con su absurda alegría. Me abrazó, y yo, claramente, no se lo devolví. Ya os he dicho que no me gustaba ser agradable con la gente. Y menos con don felicidad extrema. Los dos chicos y las dos chicas, me miraban de arriba abajo. En especial la rubia. Le susurraba cosas a la otra, y me molestaba que susurraran cosas delante de mí. Y más cuando sabían que estaban hablando de mí.—Quiero presentarte a mis hermanos y a unas amigas.—sonrió. Joder, qué manía tenía este chaval con sonreír. ¿Por qué sonreía tanto? Es que no lo llegaría a entender en la vida. Me dejé llevar esbozando una sonrisa falsa. Pero eso a Mad Hatter no le pareció normal. Me giré y vi como todos se estaban levantando, probablemente para avisar a Wolf. Ricitos y sus amigos, eran precisamente el tipo de personas que Wolf no quería ni ver por el barrio. Y para colmo, los cinco indígenas estos estaban metidos en su parque. El tiempo se me estaba agotando. Decidí intentar poner atención en lo que Ricitos hablaba, a ver si así podía echarlo antes.—Mira, ellos son Joseph—el chico nombrado hizo un gesto con la cabeza, y yo esbocé de nuevo, una sonrisa falsa.—Nicholas—el chico en cuestión, o más amable, o menos vergonzoso que el tal...¿Joseph se llamaba? No soy buena para los nombres. Se acercó a mí y me dio dos besos. Repito que no me gusta ser agradable, así que volví a esbozar una sonrisa falsa.—Y ella es Eleanor, la  novia de Nicholas—la rubita se llamaba Eleanor eh. Interesante. Me esbozó una sonrisa, tan, o aún más falsa que las que yo estaba haciendo hasta ahora.—Y ella es Danielle.—sonrió la chica en cuestión. Bueno, no parecía una sonrisa tan falsa. Creo que estaban demasiado subidas al escalón de la fama. Pijas, clase de persona que yo fui, y que ahora odio. Me hice un esquema mental. No pensaba quedarme con todos los nombres, así que les puse apodos, como a Ricitos. Al primero, al que está soltero, a ese lo llamaré Tarou. No sé de dónde narices viene eso, pero con eso se va a quedar, porque no se me ocurre otra cosa. Al simpaticón, lo voy a llamar Enix. Tampoco sé cómo narices se me ha ocurrido tal cosa, pero ala, con ese se queda. A la rubita...me gustaría llamarla rubita. Pero creo que sonaría muy mal, aunque a mí me hace gracia. Me referiré a ella como la rubita, pero la llamaré Catnip. Sí, me mola ese mote. Y a la morena, a la morena...Quiero pipas. Anda coño, Pipita. Sí, con ese se quedará. En un rato iré a por las pipas.
—Os lo digo desde ya—comenté—os he puesto motes, porque soy mala para los nombres.—Catnip y Pipita sonrieron. ¿Les haría ilusión llevar un mote? Raras, raras everywhere. Aunque reconozco que a mí también me hizo ilusión que Wolf me colocara Skat.—Tú, el solterón, a ti te llamaré Tarou.—me miró extrañado.—Oye, yo tampoco sé de dónde viene ese apodo, pero así te llamaré. Tú, el simpaticón, el ricitos dos—me miró el chico en cuestión—a ti te llamaré Enix. Rubita—la chica me miró con una mueca de incredulidad en su cara—a ti te llamaré Catnip. Y a ti, la morena, a ti te llamaré Pipita.—a todos les sorprendió mi gran sinceridad, al igual que a mí me sorprendió la sinceridad de Enix.
—Pues a mí me gusta, no sé, mola más que Nicky.—confesó. Ricitos asintió con la cabeza, y los demás lo miraron poco convencidos con aquellos apodos que les había colocado, sin conocerlos casi de  nada.
—Pues amor—dijo Catnip—a mí no me hace gracia que me llame así. Y menos rubita.—me miró—Me llamo Eleanor,  y no tienes el derecho de llamarme como a ti te de la real gana.—la miré riendo falsamente.
—Verás, tú a mí me vas a llamar por mi mote, así que es normal que yo a ti te llame por el tuyo. Y como seguramente, será un mote chorra, como Ele, o Eanor, o como sea, prefiero llamarte Catnip, que es de invención propia, y raya menos.—contesté esbozando una sonrisa, considerablemente falsa.
—Mira, guapita—se adelantó a los demás y se puso delante mía, amenazante. Noté como Enix la sujetaba por detrás, pero ella se soltó. Pipita decía cosas como "déjala, no merece la pena".—A mí me llamas por mi nombre, que para eso me lo pusieron mis padres. ¿Entiendes? No va a venir una mindundi salida de la nada, para llamarme como a ella se le antoje. ¿Entiendes?—y esbozó una sonrisa al final.
—¿Mindundi? Me vuelves turuleta—contesté.—Repites mucho la palabra "entiendes", y me pones nerviosa, ¿entiendes?—reí. Se alejó de mí y se fue al lado de Enix, y lo agarró de la mano. No sé que había provocado esa reacción. Me giré y vi a Wolf, cabreado, detrás de mí. 
—¿Algún problema con Skat?—preguntó. Miré a Mad Hatter y le susurré un "sois unos bocazas". Miré que Ricitos estaba al lado de sus hermanos, con intenciones de no contestar.
—Déjalo Wolf, son amigos míos—contesté no muy segura de aquellas palabras. ¿Amigos míos? Ya no sabía ni lo que decía. Wolf me miró.
—¿Este es el niñato de anoche?—preguntó. Ricitos pegó un brinco y se acercó. Negué con la cabeza, pero él se seguía acercando.
—¿Qué le has contado de mí?—preguntó.—Lo único que hice fue acompañarte a tu casa.—Wolf rió irónicamente.
—¿Acompañarte a tu casa?—dijo.—Eso no lo sabía.—hizo una mueca de asco, bastante notable.
—¿Perdona?—me atreví a decir.—Tú eres el que se ha pelado con Rev y no me ha dicho nada.—me agarró del brazo. Tan fuerte como aquella vez en que Rev lo hizo...empezaba a hacerme daño. Vi como Ricitos se puso en medio, intentando...¿defenderme?
Conseguí quitar la mano de Wolf de mi brazo. Vi unas pequeñas marcas de sus dedos en el brazo y me tapé. Le miré con asco, pero él estaba demasiado concentrado en pelearse con Ricitos. Al, Ed y Mad Hatter se pusieron en medio, para evitarlo, al igual que Enix y Tarou. Pipita y Catnip se alejaron de ellos, y yo simplemente me fui lo más lejos posible. Me senté en el skate de Mad Hatter. ¿Qué le pasaba a Wolf? Estaba raro. Estaba irritado, estaba totalmente insoportable. Algo tenía que haber que no me haya contado. Es como aquella vez que mi madre me mintió. Yo tenía un perro. Rocco. Un día, cuando tenía 8 años se escapó de casa. Pero yo no lo sabía. Y yo le tenía demasiado cariño a ese perro, así que mi madre me dijo, que se lo había llevado a un concurso de perros. Yo me lo creí, pero cuando le preguntaba por él, mi madre se irritaba, me gritaba, hasta que un día, a la tercera semana de haberse escapado, me confesó que se había perdido. Intentaba mentirme para no hacerme daño.  ¿Y si era eso lo que Wolf intentaba hacer? Pero, ¿de qué intentaba protegerme? Me giré y vi como, cosas extrañas que nunca jamás, entenderé de los tíos, los siete estaban riendo y charlando, como si no hubiera pasado nada. Espera, ¿siete? ¿Dónde estaba Xerxes? Me levanté del skate y lo busqué con la mirada. Y lo vi. Pipita estaba con el móvil, y Xerxes le estaba tirando a la rubita. Pero bueno, este tío era gilipollas. Me acerqué y vi como a Catnip se le iluminaba la cara.
—Me quieres dejar—dijo Catnip. Xerxes me miró y me sacó la lengua, de forma burlona. Ni que a mí me gustara la rubita o algo. 
—Xerxes, vete—dije. Me miró y negó con la cabeza.—Chaval, que está el novio ahí—señalé con la cabeza el extraño grupo de nuevos amigos que había aparecido—Como te vea te cruje.—rió y se acercó a mí, susurrándome.
—Va a ser para mí—susurró. Me alejé de él riendo y él se fue con los extraños nuevos amigos. Joder, es que era muy raro, no me lo neguéis. Me acerqué a la rubita, con intenciones de pedir disculpas.
—Perdónalo, le pueden las hormonas—dije con una sonrisa poco fingida. Ella rió. ¿Reía? ¿Falsa o verdaderamente? Coño, se reía de verdad.
—No importa—contestó.—¿Es posible pasar de querer matarse a ser amigos en cinco segundos?—preguntó mirando al, ya anteriormente nombrado, extraño grupo de nuevos amigos. Sonreí.
—Son tíos, no hay quien los entienda—asintió con la cabeza. Tragué saliva.—Oye, perdona lo del mote. Si no te gusta, te llamo Eleanor, no me importa. Pero es que se me quedan mejor los apodos que los nombres reales.—rió y negó con la cabeza.
—No me importa que me llames Catnip, al fin y al cabo, no es un mal mote. Me gusta—sonrió y me tendió la mano—Vamos a empezar de nuevo, ¿sí?—la miré extrañada.—Me llamo Eleanor, ¿y tú?—sonrió. Esto era nuevo para mí. Le agarré la mano con una sonrisa.
—Me llamo Skat—contesté. Asintió con la cabeza.—¿Te importa que te llame Catnip?—pregunté. Vi que Pipita se unía a la conversación.
—Para nada, llámame así si quieres—contestó sonriendo. La mano de Pipita pasó por delante de ella hasta llegar a mí.
—Me llamo Danielle—dijo con una sonrisa. Me quedé mirando sus ojos. Azules como el cielo cuando no hay nubes. Vamos, el cielo despejado de toda la vida. Qué pasada de ojos.—Encantada.—estreché su mano con una sonrisa.
—Skat—contesté.—¿Te puedo llamar a ti Pipita?—pregunté sonriendo. Asintió con la cabeza. ¿Esto era lo que a mí me parecía? ¿Estaba haciendo amigas? Hacía años que no me ocurría esto. Una pequeña parte de mí quería saltar y decir algo parecido a Skat, tiene calidad, pero preferí seguir hablando con Catnip y Pipita. 
—¿Ese es tu nombre real?—preguntó Pipita. Ladeé la cabeza, mirándola. Coño, si la acababa de conocer, es cierto, ellas no sabían que era un mote.
—Qué va—reí—mi nombre verdadero es Lydia. Skat, es sólo un apodo—aclaré. Ambas sonrieron.
—Ah bueno, eso ya me parece más lógico—confesó Catnip. Todas reímos y noté una pequeña brisa, congelada, ¿de dónde venía? ¿de la Antártida? joder. Me estremecí y noté todo el vello de mi cuerpo levantado como escarpias. La próxima vez, elijo yo la ropa, y  no Wolf.—¿Qué hora es?—preguntó. Saqué el móvil del bolsillo de la sudadera y miré la hora. Las 8:56. Joder, ¿tanto tiempo había pasado ya? Pues se me había pasado volando. 
—Las nueve menos cinco—contesté.—Tengo hambre. ¿Os venís a desayunar?—pregunté. Ambas se miraron, y acto seguido, asintieron con la cabeza. Nos levantamos del suelo y al girarme, vi a la única persona que no quería ver en este momento.
—Chicas, ¿podéis dejarnos solos?—Catnip y Pipita asintieron con la cabeza y se fueron. Habían avanzado unos cuatro metros, cuando comenzó a hablar.—Lydia, tengo que hablar contigo. 

9 comentarios:

  1. PERO DIOS DE MI VIDA, SIEMPRE ME DEJAS CON TODA LA INTRIGA, TE REPITO COMO LA OTRA VEZ ¡AMO MI MOTE Y AMO MI NOMBRE, AMO A MI NOVIO, Y AMO TU NOVELA! NO TENGO NADA MAS QUE DECIR, ¡AH SI! TE AMO A TI MAS QUE A TODAS ESAS COSAS.

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  2. ASDFGHJKLÑLKJHGFDSASDFGHJKL, DIOS, DIOS, DIOS, POR EL AMOR DE DIOS, QUE PERFECTO, YO QUIERO MÁS, ME GUSTA, ME GUSTA, ME HAS DEJADO CON INTRIGA MARIBEEEL.

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  3. ¿HOLA? DIOS, JODIDA PERFECCIÓN. Bueno, como siempre, claro*-* Creía que se iban a hinchar todos a hostias, pero no, aquí está Maribel para aclararlo todo y que Danielle y Eleanor, Pipita y Catnip, y Skat se hagan amigas*-* OMG, ya sabes, amo todo lo que escribes. Y, como no, sieeeeempre dejándonos con la intriga esta mujer ¬¬ NECESITO LEER MÁS.

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  4. PERFECCION PERFECCION Y PERFECTA PERFECCION jajaja ! Siempre me dejas con la intriga JFUJRHTNIGLWKINV quiero el proximo yaaa!

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  5. Tiiiiiiiiiiiiiiia, tu novela es como una droga, en serio. Ya no es que quiera leer el siguiente capítulo, es que lo necesito <33333.

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  6. Esa nove me encanta me he leido todos los capitulos ahora y es que no tengo palabras para expresar como me gusta enserio quiero el proximo capítulo ya. Me encantan todos los personajes ya que tienen características que los hacen únicos sigue me encanta.

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  7. A Maribel me quieres matar verdad? tus novelas son demasiado perfectas ! Siguela :D

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  8. Hola! Me pasaba por aquí para devolverte la visita.
    Me parece genial tu iniciativa de escribir una novela y te animo a seguir adelante.
    Felicidades! Un abrazo

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  9. QUE PASADA DE TEXTO! de verdad me encanta como escribes, y creo que si te lo propones vas a llegar muy lejos.
    En cuanto al capítulo esta muy bien aunque aparecen un monton de personajes pero esta bien, y es una historia de las que me gustan a mi, historias de amore, entre el chico malo y la chica buena más o menos jaja.
    Gracias por pasarte, te sigo ;)
    UN BESAZO!

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